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viernes, 17 de febrero de 2012

Quimera.

Acercamiento a un sentido, la plenitud no tiene zozobra, y se adhiere al destino de existencia en los lugares que la razón no corresponde.

Tímida locura, que acelera el ritmo quedo de la abyección sobresaliente, de las lenguas inhóspitas que se retrajeron con posterioridad a su adiós.

No nos queda fortuna, ni revés de soledad en los límites en los que la ruina camina, solazando su visión de eternidad…

Fortuita coincidencia, que el día del nacimiento de la virtud me sedujera el orgullo y me olvidara de mi pasada esclavitud.

No me dirijo por la brújula del silencio, ni por la sombra que genera el eco del recuerdo, me conduzco por la membrana en el desliz de tu piel, y por la fina atadura que sigue siendo fiel a la estela de mi instinto…

Tan retraído en mi conmoción de dejar paz en el camino con una frenética danza de atardecer, intercambiado por un amanecer labrado de agotamientos extensos, adornados de la violencia del crecimiento, de la inquietud de poseer un futuro con riqueza de pasado.

En busca de la forma de crearle un encaje a la creación, vestido de piel el momento y el segundo, de tintes perplejos, cambiantes, de fuerzas dominantes…

atribuyéndome el mejor significado, encaje de la creación vestida en mi,

la vuelta a mi desnudez y vestimenta primera.

Atardecer afinado de amanecer en quimera…