La conocí una tarde
que se vistió de madrugada
Entre sus palabras
existían márgenes que absorbían mis argumentos
Y al mirarla
comprendía como los cielos acabados nunca terminan
cuando alguien quiere
dejar de ver la infinidad que se esconde en ellos…
Me hundía en su
cabello negro como la noche se hunde en el día
Y en las expectativas
de sus ojos la intimidad nos dejaba desnudos
Cómo no recordarla en
las pupilas…, era formarse una idea más universal del mundo…
La dividía en
historias a la par que mi corazón la iba conociendo
Y en el intento nulo
de formármelas para volver a contarlas discurrían como una categoría inacabada
a la que siempre se le encuentran aspectos ajenos
El tiempo era una formalidad
en nuestras vidas, de aquellas que cuando se recuerdan no se sabe qué decir
Y entre las
presunciones que mi corazón iba dibujando admitía de a pocos la integridad de
su silueta
La mañana que
simulaba ser noche en que su cuerpo conocí
la discreción del
erotismo se difuminó
y entre la extensión
de sus piernas y el incremento de mi pasión todas las estructuras resurgieron.
Como un camino
preconcebido, en el alma su ilusión de adelanto tomé
y con ella entre mis brazos
la expectativa del deseo colmé
para reafirmar su
verdadero lugar en el mundo…
Ella me buscaba y yo
no la encontré
detrás de las
palabras que para siempre busqué…