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miércoles, 25 de enero de 2012

La posibilidad en el infinito.

El sentido metafórico de la luz, en contraste a la tímida claridad de la noche me coloca en la posición del intento, del arrastre del cuerpo del viento y de la colusión de las vivencias que encierra.

Su vestido lo porto violento, como si en el acto de la colocación en mis hombros el mundo me atribuyera todas sus facultades; y bajo dicha condición me deslizo, evaporando la asimilación de la vida en efímeros instantes, con la condición de devolverle el cielo, plagado de estructuras que se desarrollan en mi propio aliento.

Colmado, y en la ubicuidad del ángulo que genera su propio florecer, sobre la caída de las estrellas su esencia ansío poseer para recrearlas en su propio instinto…

Y adornarlas en una cama de hiedra, de amapolas rodantes envueltas en madreselvas…

Y en la confusión de cabellos ajenos aturdirme, para elegantemente en aquel ajeno mundo hundirme, tripartito, multidimensional, sin ángulos ni segundos, ni escenas a las que voltear, viviendo del sudor y del placer que nos dibuja el instinto…

Nueve menos seis y se acercó mi devolución al sentido de la atmósfera y de los rostros violentos, sin ataduras ni correspondencias adornadas en argumentos.

Argumentos sin palabras…nueve menos nueve, conocí la infinidad en mi otro mundo…

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