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miércoles, 4 de abril de 2012

Teoría y práctica de la cotidianeidad.


A menudo se presentan propuestas, como actos aislados que pretenden aportar valía a las relaciones humanas. Se presentan como soluciones que en el cúmulo de ideas pretenden sustituir a alguna de ellas. La orientación práctica de dichas propuestas se halla signada por la posibilidad de la ofensa, de la derrota y de la demostración hacia los demás de un aparente valor que los desecha.

A menudo percibo que dicha notoriedad está motivada por la circunstancia de resaltar ante los demás a través de las palabras y sus efectos sobre hechos no humanos con influencia humana, ¿pero las palabras realmente logran hacernos ser mejores a los demás?. A menudo pienso que la naturaleza no demuestra con exactitud la posibilidad de destacar, no al menos desde el punto de vista que nos coloca en algún grado de desnudez humanizada.

Probablemente el destaque a través de las palabras provenga de la conciencia del desarrollo a través de la técnica, derivada de la ciencia, que ha aportado valor a las comunicaciones con finalidades prácticas, pero la posibilidad de intimidad y contacto con alguien no requiere del espectro de dicho lenguaje.

Aquí cabe una diferenciación, entre la posibilidad de la expresión de la naturaleza a través del lenguaje oral, a través del lenguaje escrito, y a través del lenguaje corporal.

Las primeras líneas referidas se referían estrictamente al lenguaje oral. De otro lado, como manifesté líneas arriba, el lenguaje oral no es sinónimo de valor y de destaque de alguna naturaleza en particular, si no posibilidad de desarrollo de técnica como una etapa de un desarrollo más íntegro que requiere una evolución más universal. Se me podría objetar que dicho dominio implica un mayor grado de evolución por parte de quienes lo poseen frente a los demás y que dicho beneficio los coloca en una mejor posición.

Sin embargo la experiencia práctica demuestra que existe un mayor grado de acercamiento efectivamente íntimo sin necesidad del dominio de una técnica oral con fines prácticos, lo que determina que aquellas personas que tengan dicha capacidad generen empatía en grado superior a aquellas que dominan el lenguaje de la técnica con finalidades prácticas.

Probablemente la corriente de la finalidad práctica determine en parte la afinidad que generan quienes dominan dicha técnica con los mencionados fines, pero a su vez no determina en grado sumo una alegría humana, ni un grado de satisfacción plena por el vacío que genera la falta de los instintos vitales, manifestados en la energía, la espontaneidad y el dominio de las esferas que trascienden el correcto argumento oral en las relaciones que unen a los hombres.

Dicho encuentro de la naturaleza consigo misma es patrimonio de la segunda forma de comunicación, siendo inexistente en la primera. El papel de la educación, y el descuido de la potencialidad de los hombres en otras esferas que algunos dominan genera el hecho que otros destaquen sin necesidad de ser versados en intereses prácticos.

La constitución fisiológica quizás abonaría algo este criterio, sin embargo por lo antedicho puede desprenderse que la mayor influencia sea cultural y económica.

La orientación de los recursos bajo parámetros de limitación de los mismos genera la estructuración de una división del trabajo que impulsa la afinidad hacia dicho dominio; sin embargo la capacidad creativa y la diferenciación en los modelos de desarrollo, factualmente anulados, no desestiman la expectativa y la sensación del vacío de quienes no hacen conocer a su naturaleza su propio instinto.

Quienes lo hacen, virtualmente viven en una corriente no exhibida, pero más natural y reservada,sin dejar de aportar lo que comúnmente aportan a un desarrollo social sostenido. La posibilidad del enfrentamiento es un fenómeno pendiente y deviene como corriente natural de las diferenciaciones humanas que resisten a la permanencia. Dichas naturalezas superiores por aversión a la quietud y permanencia generan la evolución a través de la lucha y generalmente triunfan para instaurar un dominio que permanezca constante hasta que las nuevas fuerzas de la naturaleza se conjuguen y hagan intolerable otra conservación y permanencia.

La historia de la cotidianeidad es una reversión de la historia con un contínuo renovar, y persiste a los hechos de los hombres con mejores naturalezas que trascienden el infinito mudo del lenguaje oral.

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