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miércoles, 29 de junio de 2011

El Regalo

Bajó la mirada,

tímidamente oculta, tomó el regalo que descansa en sí…

Apartó su evasión,

discutiendo muda sobre el enfoque de sus pupilas, y me lo entregó…

Lo tomé con el alma rodeada de los perfumes, que sin su consentimiento, del mismo lugar tomé,

Y reduje la condición del arrebato inicial al otorgamiento derramado en luz que disipaba la sombra en el ascenso de su mirada.

La tomé de las manos, acumulando toda la certeza de la piel,

coordinó a su vez, inconscientemente, la vocación soñadora de sus cabellos, y traspuso mi posición a la fantasía que de mis palabras evoca al sueño

Retomé dicha fantasía, dibujando desde ella, signos únicamente percibidos por ambos.

Tenían la forma de su voz, la aparición imprecisa y espontánea de sus labios rozando los míos, y tenían la consideración de sus latidos en el frenesí dispuesto al ofrecimiento de mi cuerpo.

Tengo el regalo, y descanso en él,

cuando de madrugada despierto, lo habito,

y de día,

limitado por el olor de las flores que nos conocen, lo transito.

Regalo de luz y sombra, y de despertares crecientes con renovaciones perpetuas,

el vocabulario de tus signos nos conoce y contempla,

y nos nombra a más de una voz.

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